The Golden Sons

sábado, 21 de noviembre de 2015

Soy una hija del futuro y del pasado. Mi madre no dejaba de hablar de lo que haría dentro de varios años, y en sus pupilas no había nada más que las ansias de comerse el tiempo e irse. Los ojos de mi padre se veían vacíos y solo se llenaban de recuerdos. Hablaba generalmente de los días pasados, del espacio que no volverá.

Conocí al hijo nacido de la tristeza un lluvioso día. La primera vez que sonrió fue como si algo se encendiera dentro de mi, y desde ese día supe que lo amaría hasta el último día que pasara con él. Lo vi crecer, lo vi cambiar. El hijo de la tristeza era maravilloso, pero ahí estaba su origen en el fondo, como una sombra. Siempre temí que la sombra terminara por eclipsarlo, pero al final parecía que podía con ella. Y parecía un chico normal.

El hijo de la felicidad apareció en mi vidas muchos soles y lunas después. Fue la única luz encendida en un cuarto lleno de velas apagadas. Recuerdo que lloré cuando me dijo que un día tendría que irse. También lloré cuando vi la tristeza emanar de él. Reímos juntos muchas veces, jugamos con pedazos de luz y a veces sentía que estaba enamorada de él. No que lo amara, solo estaba el enamoramiento.



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