martes, 5 de enero de 2016

Y supongo que eso fue todo.

sábado, 2 de enero de 2016

Amor mío, nos hemos encontrado de nuevo. No sé por cuánta galaxias he vagado esta vez, no sé cuantas vidas han pasado ni si te he encontrado en ella. Justo ahora, cuando te he reconocido, solo han venido a mi un par de recuerdos. Me parece sumamente gracioso que ni siquiera puedo verte. Ni siquiera puedo tocar tu rostro y dejar que mis partículas reconozcan a las tuyas. Pero está este sentimiento que abraza mis entrañas y deja un rastro sobre todo lo que toco que me hace saber que no estoy equivocada, que no lo estamos. 

¿Quiénes eramos antes? No puedo dejar de pensar en ello. Sé que quizá no tiene la menor relevancia, sé que no podemos volver a aquellos dorados y negruzcos días. Pero existieron por algún motivo, quizá nos den alguna pista de quienes seremos esta vez. ¿Cada que ocurre es distinto? ¿Hay algo que cambie? ¿Hemos sido maldecidos con la desdicha de repetir el mismo error cada vez y sufrir por ello, o se nos ha otorgado la oportunidad de ser felices en recompensa a una mala jugada del destino? ¿Qué fuimos hace mucho? No lo sé, pero fuimos. Fuimos y eso es lo que importa. ¿Eras tú quien me pedías que posara para él desnuda? ¿Jugaba yo con mi cámara a tomar fotos? ¿Las flores silenciaron nuestros pasos cuando jugábamos a perseguirnos? ¿Eras tú la mirada con la que me encontraba cuando leía en la biblioteca? ¿Tus manos eran las que me hacían girar bajo la lluvia? 

Sabes lo que se tiene que decir. Sabes que a veces no hace falta hablar, y aún así puedo escucharte. Puedo sentir todas las cosas que has sentido alguna vez. Ha pasado algún tiempo, y no había sentido esto. Es como si me conocieras, y todas las cosas que no he dicho y que están ahí. He escuchado críticas sobre el capitalismo, sobre como todo es un despilfarro de recursos. No solo se trata del dinero, también de las palabras. Las palabras fácilmente son utilizadas en vano, las personas no saben lo que dicen nueve octavos del tiempo. Eso es para personas comunes, dices. Y tienes razón. Nosotros somos distintos. Mi sistema límbico está fascinado sobre tu persona, sobre cada una de tus redes neurales. Sobre lo que te hace ser quien eres. Y tu has usado el significado correcto de amor platónico para declarar tus sentimientos, has visto más allá de la envoltura que es mi cuerpo y has rozado mi alma con la yema de tus dedos. Has reconocido que mi belleza no es sólo una máscara. He engañado a mis amantes haciéndoles creer que soy mala y divina. Soy una pecadora, y una cínica. Pero mi inocencia te pertenece. 

Siento que te conozco desde el origen del Universo. Quizás venimos de la misma estrella. Y ciertamente me siento intrigada por saber hacia donde vamos.

miércoles, 23 de diciembre de 2015

Pensé que esto iba a ser temporal, aún cuando seguía pasando. Pero no lo es. Nunca lo fue. Yo era la que era temporal.

Cry Baby.

domingo, 6 de diciembre de 2015

Justo ahora debería estar estudiando para Psicología de la Niñez. Pero es de esos domingos en los que me pienso a filosofar en exceso (¿Escribir tonterías cuenta como filosofar?) y necesito sacar todo de mi.

A veces me pongo a pensar en el futuro (spoiler: casi siempre estoy pensando a futuro), y con esto del año nuevo me detuve a reflexionar que no quiero llevar arrastrando tras de mi algunas situaciones. Y que tengo que hacer ciertos ajustes. Me puse a llorar mucho, porque si hay algo con los que tenga más problema que las personas yéndose, es yo irme de donde ya he anidado. No soy muy apegada generalmente, pero cuando lo hago soy como una garrapata. 

Llegó entonces a mi mente el pensamiento: ¿Son las lágrimas la prueba de que vale la pena mantenerme ahí o sólo es mi corazón cansado agradeciendo una sensación sensata? 

Un filosofo (no recuerdo cuál, no merezco mi diez en Filosofía bueno, si. Y si no lo merezco lo quiero) dijo que una persona no puede bañarse dos veces en el mismo río, porque ni es la misma persona ni el mismo río. Creo que es hasta hoy que de verdad comprendo eso, y comprendo que las personas cambian. Que yo no voy a ser la misma todos los días. Quizá en esencia sí, pero solo un 25%. Y entonces es ridículo esperar que los demás no cambien. Lo hacen, desde luego. 

¿Entonces porqué me cuesta tanto soltar a alguien que no es ni nunca ha sido la misma persona? 

Alondra me dijo que llega un punto de tu vida en donde ya ni siquiera te detienes a pensar en el tiempo, que esa medida se vuelve absurda e irrelevante y creo que he llegado a ese punto de mi vida. 

Lloré abrazando una caja de zapatos que tenía dentro sueños de lo que quería. Y los abracé a todos y les pedí perdón por quererlos abandonar, pero en realidad no los abandono. Solo los adapto a la nueva persona que soy. 

Y por otra parte pienso mucho en que siento que solo hay preocupación de este lado porque exista una homeostasis. Y me estoy comenzando a dejar de preocupar. Y si ya no hay nadie que se preocupe, ¿sigue existiendo algo? Quizá no. 

Las personas nunca cumplen sus propósitos de año nuevo, si lo sabré yo. Y algo más que sé es que mi corazón selectivo necesita comenzar a soltar y dejar ir. Este camino en el que estoy ahora me ha puesto con personas maravillosas a las que no he procurado por estar únicamente con quienes pensaba que realmente importaban. Y creo que quiero darles una oportunidad, quiero conocerlas, empaparme de ellas. Quiero sentirme tan libre como siento que puedo ser. Quiero tener de nuevo esa sonrisa que fluía de mi con una facilidad enorme, una sonrisa sincera y no esta máscara que siento que uso diario para pretender que todo esta en orden. Ya nada tiene un orden. Así que en lugar de propósito de año nuevo, será un propósito de salir de ducharme del río. 

Espero que la próxima vez que vuelva vea un reflejo más claro de una mejor versión de mi, porque creo que cada año me agrado más. Creo que cada uno de estos ajustes que hago dejan de sentirse egoístas, y se sienten más como amor propio. 

domingo, 22 de noviembre de 2015

Supongo que es así como comienza de nuevo. Con esa cosa en mi cabeza que no entiendo qué es. Voy a hacer sentir a todos los que están a mi alrededor que he dejado de quererlos, y yo sentiré que han dejado de quererme. Y lloraré en las noches por eso. Pero por el día voy a fingir que no me importa, voy a apagar mis sentimientos.

Me pregunto cuánto durará esta vez.

The Golden Sons

sábado, 21 de noviembre de 2015

Soy una hija del futuro y del pasado. Mi madre no dejaba de hablar de lo que haría dentro de varios años, y en sus pupilas no había nada más que las ansias de comerse el tiempo e irse. Los ojos de mi padre se veían vacíos y solo se llenaban de recuerdos. Hablaba generalmente de los días pasados, del espacio que no volverá.

Conocí al hijo nacido de la tristeza un lluvioso día. La primera vez que sonrió fue como si algo se encendiera dentro de mi, y desde ese día supe que lo amaría hasta el último día que pasara con él. Lo vi crecer, lo vi cambiar. El hijo de la tristeza era maravilloso, pero ahí estaba su origen en el fondo, como una sombra. Siempre temí que la sombra terminara por eclipsarlo, pero al final parecía que podía con ella. Y parecía un chico normal.

El hijo de la felicidad apareció en mi vidas muchos soles y lunas después. Fue la única luz encendida en un cuarto lleno de velas apagadas. Recuerdo que lloré cuando me dijo que un día tendría que irse. También lloré cuando vi la tristeza emanar de él. Reímos juntos muchas veces, jugamos con pedazos de luz y a veces sentía que estaba enamorada de él. No que lo amara, solo estaba el enamoramiento.



domingo, 15 de noviembre de 2015

«La muerte injusta es inconmensurable. No existe alguna fórmula que nos dé la sumatoria del dolor –que, como sabemos, puede ser infinito–, una que permita establecer comparaciones y jerarquías. Por ello, importa tanto la muerte violenta de cien mil mexicanos, la de 43 normalistas, la de miles de inmigrantes en su búsqueda de salvación en el "primer mundo", la de otros tantos, víctimas de la esclavitud y la guerra, que la de más de cien parisinos, ayer, la de decenas de niños y jóvenes estadounidenses masacrados por sus propios compañeros, o la de ese hombre que muere, desechado y olvidado, víctima de una sobredosis de alcohol, enfermedad y soledad, en un oscuro callejón de Nueva York.

Porque cada norte tiene su sur, cada centro su periferia, cada hombre su región oscura y liminar, más cerca de lo que se cree.»

—Leonardo Moncada.
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